La retina es el tejido sensible a la luz que rodea el interior del globo ocular. Gracias a sus capas de tejido sensible, transforma las imágenes en señales eléctricas y las envía a través del nervio óptico al cerebro.
El retinoblastoma es un tipo de cáncer causado por una mutación genética que se localiza e inicia en la retina. Las células nerviosas de la retina comienzan a crecer y multiplicarse, generalmente propagándose dentro del ojo, pero es posible que lo hagan hacia otras partes del cuerpo. Puede afectar solo a un ojo (unilateral) o a ambos (bilateral). Se trata de el cáncer ocular más común en niños y jóvenes, aunque en pocas ocasiones también puede afectar a los adultos.
Se trata de una enfermedad potencialmente peligrosa, por eso es importante diagnosticarla y tratarla a tiempo.
Signos que puede presentar un niño con retinoblastoma son:
- Reflejo de las pupilas blancas o brillantes con el contraste de luz. Es fácil de observar en las fotografías de los niños pequeños tomadas con flash, ya que un ojo sano tiende a fotografiarse de color rojo y en estos casos saldría blanco.
- Los ojos parecen mirar en direcciones diferentes.
- El globo ocular parece más grande de lo esperado para la edad.
- Infecciones e inflamaciones oculares.
Para su diagnóstico, es importante realizar un examen completo tanto físico como oftalmológico. A nivel oftalmológico se valorará con la pupila dilatada la retina, tanto central como periférica. Este examen y, en función de las dimensiones del tumor y el número de estos que se encuentren, puede ir acompañado de pruebas complementarias para confirmar el diagnóstico. Una ecografía ocular y de polo anterior, una tomografía de coherencia óptica (OCT), pruebas genéticas y/o una resonancia magnética serían un ejemplo.
El tratamiento del retinoblastoma dependerá también del número de tumores que presente el paciente, la dimensión de estos y si se presenta de forma bilateral o unilateral.
Si existe cualquier sospecha ante estos signos, es importante buscar atención médica inmediatamente.