Verano: una época de estar al aire libre y de máxima exposición solar.

Durante el verano, los días son más largos y pasamos más tiempo al aire libre. De la misma manera, los niños y niñas también realizan más actividades al aire libre y pasan más tiempo expuestos al sol, como en los campamentos, la playa, la piscina, etc. Esto requiere que prestemos más atención a su protección ocular, especialmente de los rayos solares.

Los ojos de los niños son especialmente sensibles, ya que aún están en fase de desarrollo. Casi el 50% de la radiación ultravioleta a la que estamos expuestos durante nuestra vida se produce antes de los 18 años y, ¿sabías que los daños son acumulativos? Es decir, nuestros ojos, al igual que la piel, también tienen memoria.

Esto sucede porque el cristalino, que es la parte del ojo que actúa como filtro solar, no llega a su fase total de desarrollo hasta la edad adulta.

Por lo tanto, con una protección adecuada evitaremos que nuestros hijos sufran lesiones oculares como queratitis, irritación ocular, fotofobia y conjuntivitis, además de ayudarles a prevenir posibles enfermedades oculares futuras como la degeneración macular o las cataratas.

¿Qué recomendaciones podemos tener en cuenta para proteger eficazmente los ojos de los niños?

  1. Las gafas de sol, las gorras y las gafas acuáticas son los complementos ideales para que los más pequeños usen durante sus actividades al aire libre.
  2. Evita las gafas de fantasía y compra las gafas de sol en establecimientos sanitarios, como las ópticas. Las gafas de fantasía suelen no estar homologadas y, en realidad, no protegen. Lo único que provocan es sensación de oscuridad, lo que hace que la pupila necesite aumentar la dilatación permitiendo que entren, aún más, los rayos de sol.
  3. El óptico-optometrista es el profesional capacitado para recomendar las gafas que mejor se adapten a las necesidades de cada niño o niña, ya que no es lo mismo tener los ojos claros que oscuros o tener el cabello rubio que oscuro.
  4. Enfatiza la protección o evita la exposición en las horas de máxima intensidad solar, de 11 a 17 horas de la tarde. Si es posible, intenta realizar las actividades al aire libre fuera de esta franja horaria.
  5. No confíes en los días nublados, los rayos penetran igualmente. Los niños deben llevar gafas solares y protegerse del sol de la misma manera que en los días soleados.
  6. Es muy importante proteger sus ojos del sol en lugares como la playa o la piscina; la radiación UV se duplica, ya que también la reciben a través del reflejo del agua o de la arena.
  7. Las largas estancias que pasan en remojo y el contacto directo de los ojos con el agua es otro factor a tener en cuenta. El cloro que contiene el agua de las piscinas y la sal del mar pueden provocar irritación. Y el contacto con los gérmenes que se encuentran en el agua puede ocasionar alteraciones oculares como la conjuntivitis o la queratitis. Las gafas acuáticas con lentes de calidad son un complemento imprescindible para proteger sus ojos durante las actividades en el agua y evitar este tipo de afectaciones.
  8. Otra recomendación para prevenir las infecciones oculares es aplicarles una buena higiene de los ojos:
  • Evitar compartir toallas, las infecciones pueden ser muy contagiosas.
  • Limpiarles los párpados con toallitas con soluciones específicas para esta zona después de un día en la piscina o la playa.
  • Animarlos a lavarse las manos a menudo para intentar evitar que se toquen los ojos con las manos sucias.

Finalmente, sabemos que obligar a los más pequeños a llevar todos estos complementos de protección puede ser una tarea ardua. ¿Qué podemos hacer? Ser nosotros el ejemplo. Si los adultos nos protegemos, será más fácil que ellos quieran imitar lo mismo. No es un éxito asegurado, pero sí más probable.